Buscar este blog

miércoles, 24 de julio de 2024

 

LA MAGIA DEL SANTUARIO


La magia requiere de cierta sacralización; dicho de otro modo, de un templo o espacio que separe lo puramente mundano o profano de lo que es sagrado, y todas las culturas han establecido patrones para remarcar esas zonas limítrofes entre la parte más embrutecida de aquella que no lo está tanto, por definición, un santuario es un lugar especial, algunas culturas los han edificado bajo la forma de templos como pirámides, catedrales, mezquitas, etcétera.

Otras han preferido acotar sus espacios místicos y mágicos con piedras, megalitos o sencillamente recluyéndolos a cuevas en cuyas paredes muchas veces pintaban figuras o símbolos de sus deidades. Los druidas, no creían en la existencia de templos artificiales y trabajaban en los bosques. De hecho, el claro del bosque era su santuario y los troncos de sus árboles sagrados, como el roble, el tejo o el avellano, las columnas que delimitaban las zonas sagradas de las profanas.

Pero lo importante de un templo no suele estar solo en lo que se ve, sino en lo que se percibe de él cuando uno está dentro, aunque también en lo que uno percibe en su templo mental, del que hemos hablado en este libro.

El templo físico nos sirve para disponer de un lugar íntimo que nos resulte cómodo y práctico para entablar contacto con nuestros dioses o con las fuerzas mágicas que queramos. En el caso de la magia que nos ocupa, el templo o santuario tiene la misma función que en el caso de otros cultos, religiones o actos mágicos: disponer de un punto emisor de nuestra energía vital y mágica para alcanzar nuestros deseos.

En tu caso tu magia es personal, intransferible y única, por tanto tu templo también debe serlo.  No temas, no te voy a proponer que hagas reformas en casa ni que tires los muebles del salón para que montes un altar allí donde ahora está el sofá.

Como verás todo va a ser mucho más sencillo, aunque sí vas a trabajar un poco en adecuar o tomar conciencia de un espacio singular desde el que trabajar tu fuerza mágica y tu energía. Pero tu mente no es suficiente. Por supuesto que primero piensas tus deseos y luego los «extraes» de la mente para verbalizarlos o escribirlos en tu diario mágico, del que ya henos hablado, pero hay que ir más allá, a lo físico.

Cuando trabajes en magia, es decir, cuando pienses en tus deseos, cuando reflexiones sobre cómo lograrlos, cuando ejecutes acciones mágicas como actos de agradecimiento, escribir en tu diario… debes tener un lugar que te aporte privacidad, comodidad y bienestar. Para empezar, ya tienes uno: La cama, puesto que cada día cuando te acuestes, desde la cama (un mini santuario) viajarás al templo que hay en tu mente para trabajar con tus ideas, sueños, etcétera. Pero la cama no es suficiente. Debes encontrar un lugar en tu casa que te resulte especial. Desde luego el templo puede ser la cocina, pero también el váter.  Y no es broma, hay personas que utilizan el baño como si fuera el centro de negocios o el parlamento de su micro país personal.

No hace falta que siempre sea el mismo, pero la clave es que tengas privacidad, que te resulte cómodo, que te encuentres a gusto: Tu templo puede ser el sofá, la mesa de la cocina, tu mesa de trabajo o incluso puede estar en el exterior; la ventaja es que con nuestra magia no tendrás que hacer extrañas ceremonias ni vestirte con túnicas exóticas ni nada de eso.

Por tanto, mientras puedas estar sentado tranquilamente y con tu diario mágico cerca, es más que suficiente. Una vez tengas elegido el lugar desde el que trabajarás, es muy importante que lo ajustes a tus necesidades de bienestar. La energía mágica se compone de muchísimas partículas, pero la clave son las que nos hacen sentir bien.

Si nos perjudica emocionalmente el lugar desde el que estamos operando, las cosas no irán bien. Insisto, debes disponer de un espacio que te dé seguridad. Tu santuario debe tener una temperatura adecuada, una iluminación correcta, la que tú quieras (no hace falta que esté todo a oscuras y lleno de velas como si fuera la cueva de Merlín (el encantador), y un ambiente propicio.

En el terreno de los ambientes hay algo que va muy bien: el uso de incienso. Sí, ya sé que suena a esotérico, pero el incienso (o el ambientador doméstico que más te guste) es de gran ayuda para canalizar las emociones.

Si cuando respiras percibes una fragancia o aroma que te hace sentir bien, todo irá mucho mejor. Y lo mismo es aplicable al oído. Es decir, si te gusta la música, no tienes por qué prescindir de ella. La música nos relaja, nos ayuda a encauzar las ideas, favorece la concentración y al mismo tiempo es capaz de proporcionarnos creatividad y generar bienestar emocional.  Es cierto, hay personas que no son capaces de concentrarse con la música, pero si no es tu caso, recurre a ella.

Eso sí, intenta que sean piezas musicales instrumentales, ya que la letra de una canción te puede hacer divagar.

Bien, ya casi lo tenemos. Disponemos de un lugar, una estancia de la casa o del exterior, un ambiente agradable, una temperatura e iluminación correctas, quizá música, un poco de incienso... ¡Ya tienes tu santuario! Ese es tu lugar de poder, un poder mágico que sin darte cuenta irá creciendo conforme pasen los días y tu energía interactúe contigo.

Ahora, lo único que falta es que tomes conciencia de ello, que cuando acudas a ese lugar (aunque sea el baño) y lo hagas para trabajar en tu magia, asumas que estás en tu santuario, en tu zona de poder desde la que emitirás tus deseos y tu magia. Por supuesto puedes elegir más de un templo; puedes tener uno en casa (al margen de la cama), otro en el trabajo o en un jardín o parque público. Haz lo que te haga sentir mejor, eres libre de trabajar tus fuerzas mágicas como creas que más te conviene.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

  LAS SECUENCIAS NUMÉRICAS DE GRIGORI GRAVOVOI.   El académico Grigori Petrovich Grabovoi es un científico ruso clarividente símbolo viv...